Corría el año
1789, cuando un grupo de hombres y mujeres resueltos tomaron la Bastilla, a la
sazón una de las prisiones más terribles, señalada como el símbolo despótico de
la monarquía francesa. Hasta ese día, 14 de julio, años de miseria y hambre
habían asolado al pueblo llano, a ese que se levantaba a maitines, pero no para
rezar, sino por el dolor de sus estómagos vacíos.
El hito, huelga
decirlo, el coro en una sola voz de “libertad, fraternidad e igualdad” resonó
como un eco lúcido y nuevo, que se extendió como el aire huracanado por todas
las arterias de la tierra… marcando un antes, y un después.
Hoy me conmociono al leer el periódico, pero
no porque la noticia se trate de una muerte, una violación, un atentando, una
epidemia… de esas noticias, desgraciadamente, estoy asustado. Se trata de algo,
que en siendo algo fútil, es al mismo tiempo un punto de inflexión de las
libertades individuales y la tolerancia.
Es un síntoma más de nuestro denostado sino.
La playa de Arealonga, en el término
municipal de Porto do Son y al lado del Castro de Baroña (un tesoro
arqueológico ubicado en ese punto de la costa gallega), siempre ha sido foco de
tensiones y tiranteces entre aquellos que preferían acudir a él vestidos o
desnudos. Por supuesto, para aquellos que hemos conocido, visitado y “playeado”,
no ha sido más que una anécdota ridícula e irrisoria entre pequeñas minorías absurdas.
Hoy, una minoría, o eso querré entender, ha
ido un poco más lejos, escribiendo y señalizando en todas la zonas de acceso al
arenal notas que subrayan no solamente su intolerancia, sino también en gran
medida un gran complejo de inferioridad, además de una redacción terrible,
incluso para un tipo que va desnudo.
Pero antes de avanzar, me gustaría decir que
me parece ridículamente estúpido esa forma que tienen algunos nudistas de
llamar “textiles” a los que llevan bañador…. Esa etiquetación no hace nada más
que llevarnos a la conclusión de que sus pretensiones no pasan por ser una mera
fantochada, trasnochada y antediluviana forma de pensar y proceder y para
muestra un botón:
Estos días ha amanecido la playa con carteles
cutres y de ortografía reprobable en la que se acusaba a los usuarios de la
playa que portan bañador, de “mirones” y “sinvergüenzas” e incluso se atreven
con los niños. Además, continúan su perorata indicando que ese arenal les
pertenece… ¿Puede pertenecer a alguien algo público o es de todos los
ciudadanos?... conminándolos a que se busquen otra playa. En fin…
Antes he hecho mención a un par de cuestiones
que me parecen interesantes. Ahora, me gustaría desarrollarlas un poco, para
que puedan ver, la conexión entre ambas. He hablado, no sé si con mucho o poco
acierto, de que esto supone un punto de inflexión en lo que respecta a las
libertades individuales y la tolerancia. ¿Qué le parecería al autor de estas
notas que yo me parapetara en la calle donde vivo, y al grito de “no pasarán”
pusiera una aduana, donde sólo podrían acceder aquellos individuos que tuvieran
una determinada prenda de vestir o una determinada cualidad física? Soy yo, ¿o
esto recuerda a lo que ocurrió en la Alemania de Hitler, o en los autobuses
segregados de sur de Estados Unidos, o en Sudáfrica? Sí, lo reconozco puedo
estar exagerando, pero dónde acaba la exageración y aparece la imprudencia de
la segregación.
Podemos sacar dos lecturas:
La primera y más plausible, un idiota sin
educación, frustrado y sin recursos mentales, que se ha querido anotar un tanto
escribiendo, y mal, notas intimidatorias.
O, el discurso fácil y gratuito de un grupo,
esperemos que minoritario, de una élite de intolerantes proxenetas de la
libertad que buscan tener su propio feudo.
Y una cosa lleva a otra, me hace pensar en
todos aquellos franceses que armados con antorchas y horquillas se echaron a
las calles de París en busca de su libertad y tomaron la Bastilla, que con su
caída, trajo la caída de un estilo de vida que hasta hacía poco representaba la
imperio del mal y la riqueza por encima del hombre y sus necesidades. Y también,
me vino a la mente el nombre de Vivian Malone Jones, que en 1963 fue una de las
dos primeras personas de raza negra en matricularse en la Universidad de
Alabama. O tal vez, en tu abuelo, o mi padre o tu hijo, que más allá de su
comodidad y su conformismo han salido, salen y saldrán a la calle a pelear por
la libertad de todos y para todos al precio que sea, aunque sea llevando un
bañador.
“Tal vez, haya batallas más importantes que
ganar, pero no podemos permitirnos el lujo de perder Baroña, porque sería
perder un pedacito de nuestra libertad”.
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